El plan de la Feria del libro

/ junio 4, 2023/ Todo lo demás

Voy a confesar una cosa: nunca le había encontrado la gracia a la feria del libro. A priori me parecía un concepto maravilloso: un parque lleno de libros, y escritores, editores, libreros y lectores, pero luego llegaba allí… y no sabía muy bien qué hacer.

La feria del libro es un ecosistema con clima propio en el que siempre llueve mucho o hace mucho calor, a juzgar por las noticias, que siempre tienen más de crítica meteorológica que literaria. Cuando toca tormenta, como los granizados que están amenizando Madrid estos días, no hay nada que hacer, pero cuando hace calor te toca escoger zona de sol o de sombra, como en los toros, según si prefieres deshidratarte o ver cabezas de lectores en lugar de libros.

Y es que en la feria del libro de Madrid hay mucha gente -como en cualquier parte de Madrid, la verdad- que peregrinan de stand en stand con un sentido no escrito, pero muy estricto, de la circulación. Es difícil ir contracorriente (en general).

¿Y qué hace la gente allí? Parece que el gran aliciente de la feria es ir a la caza de autógrafos de escritores (más de 200 firmas programadas este año), pero es algo a lo que yo nunca he sido aficionado. Primero, porque no soy especialmente mitómano ni coleccionista de firmas; segundo, porque en el caso de encontrarme delante de un escritor al que admiro, me daría vergüenza decírselo; y tercero, porque creo que el tiempo que se pasa en esas colas lo pasaría mejor haciendo otra cosa, como por ejemplo leer.

Por otra parte, me hace cierta ilusión ver a mis libreros de referencia (es un decir, solo les conozco de vista) en sus casetas, pero me parece un despropósito ir a comprarles libros al Retiro teniendo sus librerías al lado de casa. Y es verdad que queda bonito ver el principal parque de Madrid florecido de libros, pero me da la impresión de que en las casetas de las librerías generalistas se repiten los mismos títulos una y otra vez.

También hay gymkanas literarias, que no sé muy bien lo que es, pero sospecho que están dedicadas a esa multitud de niños y adolescentes que pueblan la feria obligados por sus colegios. En cualquier caso, seguro que son más educativas que los retos de tiktok. Bien por ellos, pero no lo veo para mí.

Están también las editoriales: las casetas de los dos grandes grupos, Planeta y Penguin Random House, con todas sus marcas anexas, no son casetas sino enormes bibliotecas en las que parece que están todos los libros del mundo, aunque en realidad solo están los best sellers, los mismos que en los stands de las grandes cadenas. Sin embargo, en el resto de puestos se suceden una larga lista de editoriales pequeñas, de las que llaman independientes, y que a menudo se amontonan varias en una misma caseta, compartiendo espacio, lectores y tpv. Ahí es donde he decidido centrar mi atención.

En los últimos años he encontrado mi encaje en la feria del libro: he hecho coincidir mi visita a la feria con mi cumpleaños. Me tomo la mañana libre, me doy un desayuno homenaje cerca del Paseo del Prado (porque no solo de literatura vive el hombre), me acerco al Retiro, y voy a la caza de libros de autorregalo (que no de autoayuda, esos no).

Aunque echo un vistazo a todo, me centro en las casetas de editoriales pequeñas o librerías especializadas, donde es más probable encontrar joyas escondidas que pasan desapercibidas. Me dejo aconsejar y, poco a poco, caseta a caseta, selecciono tres o cuatro libros que me llamen la atención y que tal vez nunca habría descubierto de no hacer este ejercicio. De vuelta a casa, me tomo un aperitivo en cualquier terraza mientras comienzo a ojear alguna de las nuevas adquisiciones. Planazo.

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