Cualquier verano es un final

/ julio 14, 2023/ Lo que leo

Así, a lo tonto, y casi sin darme cuenta, resulta que he leído un puñado de libros de Ray Loriga. Algunos, como Sábado, Domingo o Rendición, los recuerdo como grandes obras; de otros, como Za Za, emperador de Ibiza o El hombre que inventó Manhattan, no estoy seguro de acordarme qué me gusto o no de ellos. El caso es que si he seguido comprando sus libros debe ser por algo, más allá de ser el escritor con el nombre más molón del panorama literario español.

Su última obra, Cualquier verano es un final, es un relato que a veces resulta un tanto desconcertante porque no sabes muy bien a dónde quiere ir a parar o qué sentido tiene lo que se está contando y, sin embargo, al final me deja un buen sabor de boca y un manojo de reflexiones sobre la muerte y la amistad, de esas de doblar la esquina de la página para recuperarlas después.

Resumiendo, nos gustaba vernos a menudo y no incordiarnos demasiado. ¿No es eso también (simplificando mucho) el amor?

Esos son los grandes temas: la muerte, propia y ajena, sobrevenida o deseada, y tratada con mucho humor del que, si no te hace soltar carcajadas, al menos si te mantiene la sonrisa durante todo el libro. Y por otro lado, la amistad como una de las máximas expresiones de amor (tan cursi como suena, a veces), hasta el punto de que la relación retratada en el libro es probablemente la mejor descripción de bromance que he leído nunca.

Creo que podría decir que Loriga tiene capacidad para inventar voces muy distintas y muy apartadas de la que (supongo) es la suya propia. Quedaba patente en el adolescente protagonista de Sábado, Domingo, pero también en el caso de Cualquier verano es un final, donde se mete en la piel de un personaje a la vez cínico y disparatado, un tanto derrotado por la vida, sobrepasado por un complejo de inferioridad abrumador, sin más ambición que tener un poco de cariño y, eso sí, con un gran bagaje literario y un fino sentido del humor.

Carezco de grandes ambiciones y no me duele lo que no tengo. Desde un principio, mi propósito sólo fue vivir la vida como unas discretas y largas vacaciones, y a eso, paradójicamente, he dedicado todos mis esfuerzos.

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