Una hora antes o una hora después

/ julio 18, 2023/ Todo lo demás

Cada noche electoral que he pasado en Madrid he llamado a mis padres en Tenerife, religiosamente, a las ocho en punto de la tarde. Es el momento en que cierran los colegios electorales en la península, Baleares y Ceuta y Melilla, mientras en Canarias aún queda una hora para votar.

Hoy en día es una llamada simbólica, tradicional, porque desde que se extendieron los periódicos online y la televisión digital ya no tiene sentido la desconexión para las islas, pero antes había una hora entera de censura informativa con programación de relleno para Canarias, para que los sondeos a pie de urna publicados en la península no influyeran en el voto del archipiélago. Ese era el motivo de mi llamada: ofrecer información en primicia, casi clandestina, de unos resultados electorales que en Canarias aún no se podían conocer (Siempre tuve un amago de vocación periodística).

Este es solo (ambas sin tilde, como dicta la RAE) un ejemplo de la paradoja horaria de las islas: ¿Los canarios viven una hora antes o una hora después? ¿Llevan retraso o adelanto con respecto al resto de España?

-Allí os enteráis de las cosas más tarde -me decían los que trataban de hacer algún chiste recurrente con la hora.

-No, no -contestaba yo – en Madrid no veis el Telediario hasta las tres de la tarde, y en Canarias a las dos ya estamos al tanto de las noticias.

Parece una tontería, hasta que la noticia trata sobre un alimento que, según donde te pille, ya has comido o estás a punto de comer. Voy más allá: el 24F de 1981, la mañana posterior al intento de golpe de estado, los peninsulares -que se atrevieron- entraron a trabajar a las 9 de la mañana sin saber en qué paraba la cosa, si vivían en democracia o había vuelto la dictadura. Mientras que en Canarias, a las 8 y poco, ya se estaba rindiendo Tejero sobre un capó. El tiempo, ya lo decía Einstein, es relativo, aunque sospecho que él no se refería a la hora de Canarias.

Y luego está lo de fin de año, claro. Yo hace muchos años que acabo el año dos veces, una con las campanadas de la Puerta del Sol y otra con las de Canarias. Da igual que esté aquí o allí, que nunca hay que desperdiciar las oportunidades de más para festejar, brindar y abrazar a la gente. La nochevieja del año 99 estaba en Canarias cuando a las once y pocos minutos, hora local, un amigo me envió un sms desde Murcia: “Saludos desde el futuro, el siglo XXI es la hostia”. Aquel año, la hora de diferencia sirvió a los canarios para anticipar, desde la seguridad de su huso horario y con una hora de antelación, que España no sería el único afectado por el efecto 2000. Ahora es de chiste, pero los informáticos no las tenían todas consigo.

Las implicaciones de la hora menos son como las molestias de los zurdos, que la gente no se da cuenta de ellas hasta que tiene que usar la otra mano. Como esos turistas que no se acostumbran a restar mentalmente la hora para saber la programación de la televisión en Canarias. O los que descubren, a fuerza de fallos, que hay aplicaciones de móvil que no distinguen horas diferentes dentro del territorio español, o no se actualizan automáticamente al cambiar de zona. Por no hablar de aquellos que no entienden por qué el vuelo de Madrid a Tenerife dura dos horas, mientras que la vuelta se alarga a cuatro horas (Es verídico, he escuchado su perplejidad).

Cuando hace unos años se debatió corregir la hora de España para que se adecuara al huso horario que le corresponde (es decir, al horario de Portugal y Reino Unido), alguien sugirió que sería la solución para que España y Canarias compartieran el tiempo (que no el espacio). El presidente canario de turno se negó en redondo ante la posibilidad, y no solo porque en ese caso lo lógico sería que Canarias también se adecuara a su propio huso horario (también está «adelantada a su tiempo»), sino porque el archipiélago dejaría de promocionarse cada hora en todas las radios y programas de televisión.

Ese “Una hora menos en Canarias”, es una mención promocional intensa, gratuita y “orgánica” (como dicen los marketinianos) que ya querrían para sí muchas marcas. Como un recordatorio al oyente de que podrías estar en otro sitio donde, además de hacer buen tiempo, parece que el otro tiempo pasa más despacio.

Todo esto os lo cuento para que el próximo 23J, cuando se publiquen los sondeos a pie de urna y todo esté tan ajustado como parece, os acordéis de que los canarios aún podrían estar a tiempo de cambiar el rumbo.

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